San Valentín o el día de los enamorados, invento a medida para promocionar y aumentar el consumismo, como tantos otros.
El día de los enamorados tendría que durar 365 días al año y si le queremos buscar un nombre este tendría que ser el día del quererse, reivindicar el amor propio, el amor a una misma para amar bien, tranquila y en paz con los demás.
Reclamamos el fin de semana del amor, en general.
El amor a la pareja, a los padres, abuelos, hijos, amigos, pero sobretodo a una misma, esa es la base, es más importante quererse que querer. Si hay que querer que sea con convicción, decididas y adelante, querer el bien común, querer a las personas y animales, al planeta, hacer de la sostenibilidad una bandera, de la proximidad un sentimiento, de lo orgánico una obligación, de quererse una religión.
Alcemos pues los corazones, lancemos nubes de emoción, recojamos lluvia de ilusión, contagiémonos del virus del amor, sin mascarilla, demos sin esperar y todo llegará… El amor, el respeto, la empatía, un planeta mejor, una manera de vivir más sostenible.
Amemos, amémonos..
Que no haya San Valentín, que el fin de semana del amor sea tan largo que no acabe nunca, que se expanda por el mundo, de norte a sur, de este a oeste, que no importe la raza ni el color, que no signifique más el de aquí que el de allá, quizás mañana seamos nosotros el de allá, miremos con ojos de responsabilidad. Que no se le olvide a nadie quererse y querer pues los dos forman parte de una misma, los dos forman parte del fin de semana del amor, ese que dura eternamente en tu interior.
¡Quiérete!